Claudio de Lorena
Posted on | martes, 27 de diciembre de 2011 | No Comments
Claudio de Lorena ( en francés Claude Lorrain), aunque su nombre original era Claude Gellée
(Chamagne, Lorena, 1600 – Roma, 1682), fue un pintor francés
establecido en Italia. Perteneciente al periodo del arte Barroco, cabe
enmarcarlo en la corriente denominada Clasicismo.
Claudio de Lorena nació el 1600 en
Chamagne, cerca de Lunéville, al sur de Nancy, en el ducado de Lorena,
por aquél entonces una región independiente. Huérfano desde 1612, pasó
una breve estancia con su hermano mayor en Friburgo de Brisgovia; éste,
escultor en madera especializado en marquetería, le enseñaría los
rudimentos del dibujo. En 1613 viaja a Roma, donde trabaja de pastelero,
oficio tradicional lorenés, y entra al servicio de Agostino Tassi,
pintor paisajista tardomanierista, del que posteriormente sería
discípulo. En los años 1619-21 se establece en Nápoles, donde estudia
pintura junto a Gottfried Wals, pintor originario de Colonia. En 1625
inicia un viaje por Loreto, Venecia, Tirol y Baviera, y vuelve a su
lugar de origen, estableciéndose en Nancy por año y medio. Aquí
colaborará como ayudante de Claude Deruet, pintor de la corte ducal,
trabajando en los frescos de la iglesia de los Carmelitas de Nancy (hoy
perdidos). Por último, en 1627 regresa a Roma, ciudad donde permanecerá
el resto de sus días.
En la década de 1630 empieza a consolidarse como pintor, haciendo
paisajes inspirados en la campiña romana, de aire bucólico-pastoril.
Firma sus cuadros como “le lorrain” (el lorenés), por lo que empieza a
ser conocido como “Claude Lorrain”. En Roma contacta con Joachim von
Sandrart y otros extranjeros establecidos en la capital italiana
(Swanevelt, Poelenburgh, Breenbergh), con los que se introduce en la
pintura paisajista; también hace amistad con Nicolas Poussin, otro
francés afincado en Roma. Hacia 1630 pintó frescos en los palacios Muti y
Crescenzi, técnica que ya no volvería a emplear. Su nombre empieza a
ser conocido en los círculos artísticos de Roma, recibiendo diversos
encargos: es favorecido por el cardenal Bentivoglio, quien le
introducirá al papa Urbano VIII. Durante toda su vida pintará para la
nobleza, recibiendo encargos de toda Europa. Su fama es tal que empiezan
a surgirle imitadores –en especial Sébastien Bourdon–, por lo que en
1634 inicia el Liber Veritatis (British Museum), cuaderno de
dibujos donde dejaba constancia de todas sus composiciones, para evitar
las falsificaciones; consta de 195 dibujos, donde copiaba la composición
de sus obras, describiendo con toque magistral las menudencias del
cuadro, para quién se había pintado y sus honorarios. En 1634 ingresa en
la Accademia di San Luca y, en 1643, en la Congregazione dei Virtuosi,
sociedad literaria fundada en 1621 por el cardenal Ludovisi.
En 1636 debió realizar un breve viaje a Nápoles, y al año siguiente se publica una serie de aguafuertes, los Fuegos Artificiales,
encargada por el marqués de Castel Rodrigo, embajador de España en
Roma. Quizá por recomendación de éste, Claudio de Lorena recibió un
encargo de Felipe IV para el Palacio del Buen Retiro en Madrid, para
decorar la Galería de Paisajes. Claudio de Lorena realizó ocho cuadros
monumentales, en dos grupos, cuatro de formato longitudinal (1635-38), y
cuatro de formato vertical (1639-41); el programa iconográfico, tomado
de la Biblia e Historias de los Santos, debió ser desarrollado
conforme a las instrucciones del conde-duque de Olivares, que dirigía
las obras. En 1654 se le ofrece el puesto de rector principal de la
Accademia di San Luca, que rechaza, prefiriendo vivir dedicado a la
pintura. Aquejado de gota desde 1663, en sus últimos años ejecuta cada
vez menos cuadros, derivando hacia un estilo más sereno, personal y
poético. Fallece en Roma en 1682, siendo enterrado en la iglesia de la
Trinità dei Monti, en medio del general respeto y la estima de sus
contemporáneos.
El paisaje clásicoLa especialidad
indiscutible de Claudio de Lorena fue el paisaje, de ambientación
frecuentemente religiosa o mitológica. Claude tenía una visión
idealizada del paisaje, donde el culto a la Antigüedad, la serenidad y
placidez de mar y cielo, del sol, de las figuras, reflejan un espíritu
evocador, idealizador de un pasado mítico, perdido pero recordado en una
ideal perfección. Integrado desde joven en la pintura paisajística por
sus maestros Tassi y Wals, recibió también la influencia de otros dos
pintores nórdicos afincados en Roma: Adam Elsheimer y Paul Brill. Ambos
autores habían creado en el entorno romano el interés por el paisaje
terrestre y la marina, que aparecían como protagonistas de frescos o
lienzos, mientras que los personajes poseían un papel secundario.
Claudio de Lorena aprendió de sus maestros una tradición de paisaje
lírico, con un gusto por los panoramas amplios, los puertos de mar, el
análisis de la luz y los recuerdos de un pasado clásico prestigioso.
Asimismo, Claudio de Lorena se inspira en la tradición paisajista
italiana inmediatamente anterior a él: pintores venecianos como
Giorgione, Tiziano y el Veronés, que se nutren de las fuentes clásicas
para crear una primera visión clasicista del paisaje; Annibale Carracci,
Domenichino y otros Incamminati de la Escuela Boloñesa, junto a
conceptos rafaelescos, aportarán a Claudio de Lorena una visión
enaltecida de la antigüedad; de educación primaria, la traducción que
estos autores hacen de los ideales del pasado en clave moderna será
esencial para su formación.
Paisaje con Apolo y Mercurio (Palazzo Doria-Pamphili, Roma).
Claudio de Lorena se enmarca así en un
estilo de paisaje muy específico: el “paisaje ideal”, el cuál refleja la
realidad de manera más intelectual, a través de un contacto emocional
con la naturaleza, a la que se corrige en aras de una nueva perfección,
imponiéndole un sentido de la belleza, un ritmo cadencioso, una
sensación de reposo y equilibrio. Lorena toma sus referencias de la
literatura clásica romana: las Églogas y Geórgicas de Virgilio, Las Metamorfosis
de Ovidio, etc. Más tarde, amplía su repertorio de la mitología clásica
a la iconografía cristiana, la hagiografía y las escenas bíblicas. Para
sus paisajes Lorena se inspira en la campiña romana, en las panorámicas
de Ostia, Tívoli y Civitavecchia, en los palacios urbanos y las ruinas
latinas, en las colinas samnitas y el litoral tirreno, en la costa del
golfo de Nápoles, desde Sorrento hasta Pozzuoli, y en las islas de Capri
e Ischia.
En pocos años Claudio de Lorena se
convirtió en uno de los más famosos paisajistas, honrado por soberanos
como Urbano VIII y Felipe IV; las obras pintadas para este último son de
las de mayor dimensión hasta ese momento, y su concepción monumental
marca el punto álgido en la madurez del artista. A partir de 1650 deriva
hacia un estilo más sereno, de corte más clásico, influido por Carracci
y Domenichino; aumenta la amplitud y la complejidad del planteamiento
escénico, el paisaje alude cada vez más a la campiña romana, y encuentra
nuevos repertorios temáticos en las representaciones bíblicas. En los
últimos años de su existencia el formato monumental prosigue en las
escenas del Antiguo Testamento, mientras los temas mitológicos asumen una nueva pureza: la Eneida
pasa a ser su principal fuente de inspiración, originando una serie de
obras con misteriosas escenificaciones de un mundo desaparecido:
Palanteo, Delfos, Cartago, el Parnaso. La figura humana queda reducida
hasta lo insignificante, se convierten en marionetas, dominadas
completamente por el paisaje que les rodea.
La luz como elemento estético
Una de las características principales en la obra de Claudio de
Lorena es su utilización de la luz, no una luz difusa o artificial como
en el naturalismo italiano (Caravaggio) o el realismo francés (La Tour,
hermanos Le Nain), sino una luz directa y natural, proveniente del sol,
que sitúa en medio de la escena, en amaneceres o atardeceres. Lorena
supone un punto álgido en la representación de la luz en la pintura, que
adquiere cotas máximas en el Barroco con artistas como Velázquez,
Rembrandt o Vermeer, aparte del propio Lorena. El artista lorenés
consigue reflejar como nadie las distintas horas del día, a través de
las sutiles matizaciones del colorido; según la orientación de la luz
podemos distinguir entre mañana y tarde: la luz procedente de la
izquierda significa la mañana, con tonos fríos para el paisaje y el
cielo; la luz procedente de la derecha será la tarde, con tonalidades
cálidas y un uso más abundante de tintas parduscas en el paisaje. La
colocación directa del disco solar suele efectuarse en marinas, en
escenas situadas en puertos, que sirven de pretexto para dar una cierta
acción a la temática figurativa; en cambio, los paisajes en el campo
suelen ser de una luz más difusa, generalmente lateral, que ilumina con
más suavidad. Lorrain imprime a su cromatismo un
fuerte sentido simbólico: todo lo que se refiere a la naturaleza divina
o implica un concepto de serenidad está hecho con la gama azul; la
potencia del amor, con el rojo; la magnificencia con el amarillo; la
sumisión con el morado; la esperanza con el verde. Para Lorena la luz
cumple un factor plástico, al ser la base con la que organiza la
composición, con la que crea el espacio y el tiempo, con la que articula
las figuras, las arquitecturas, los elementos de la naturaleza; y en
segundo lugar, un factor estético, al destacar la luz como principal
elemento sensible, que atrae y envuelve al espectador, conduciéndolo a
un mundo de ensueño, un mundo de ideal perfección.
Técnica

Claudio de Lorena realizaba de cuatro a
ocho dibujos preliminares, donde diseñaba la composición de la pintura;
algunos dibujos presentan un cuadriculado que regula la exactitud de las
proporciones. Una vez en el cuadro, calcula cada línea importante, los
límites de las formas, las intersecciones y las posiciones de las
figuras según proporciones geométricas elementales, sobre todo mediante
la sección áurea,
pero también subdividiendo la altura y la anchura en tercios y cuartos.
Al hacer un dibujo de paisaje, empezaba por establecer la línea del
horizonte, que estaba a dos quintos de altura del cuadro; la disposición
suele ser ortogonal, fugando hacia el horizonte, generalmente hacia
donde está el sol.

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