Nadie vio Matrix
Posted on | lunes, 26 de diciembre de 2011 | No Comments
Walter Graziano

que Wall Street, no se derrumbe de nuevo?
¿Duraran? ¿Cuánto tiempo?
¿Cuál será la fuente de energía que reemplazara al petróleo y al gas
natural? ¿Qué “lobby” ya está preparando el oligopolio petrolero
internacional? ¿Qué ocurrirá con el “real poder” cuando los cambios se
produzcan? ¿Cuál es el destino del dólar? ¿Qué organizaciones y
sociedades secretas están detrás de los reales acontecimientos? ¿Cuál es
su real poder? ¿Quiénes lo conforman?
Walter Graziano, autor de Hitler gano la
guerra, contesta todas estas preguntas en Nadie vio matrix, un
escalofriante libro de actualidad, que demuestra que se nos miente
descaradamente y nos enseña a ver lo que no queremos ver.
La primera Guerra Mundial a Color – Cap01 – Catástrofe 1/5
Fragmento del libro Nadie vio matrix
El caso Lusitania
El terrorismo, como arma propagandística
de potencias militares, financiada e ideadas por las mismas, no es un
fenómeno nuevo. Vemos: desde 1909 (al menos), políticos y banqueros de
Europa y Estados Unidos venían preparando el caldo de cultivo para una
conflagración mundial. El
propio cambio en el sistema energético del mudo, del carbón –abundante
en el Reino Unido- al petróleo –concentrado en algunas zonas alejadas de
Gran Bretaña-(el petróleo ingles del mar del norte, se descubriría
muchas décadas mas tarde), así ayudaba a determinarlo. Otro elemento que
paradójicamente conducía a la guerra era el propio progreso: la
irrupción del ferrocarril como principal fuente de transporte mercancías
amenazaba a gran Bretaña –que tenía un gran predominio en los mares-,
con la generación en el largo plazo de un fuerte vínculo capaz de unir
política y económicamente a las Naciones de Europa Continental, lo que
iba directamente contra los intereses de predominio de los ingleses.

Entonces los ingleses eran los
principales interesados en la generación y estallido de la Primera
Guerra Mundial. El conflicto estalló cuando en 1914 el terrorista
Gavrilo Princip, miembro de la sociedad secreta “Mano Negra” de Serbia,
asesino al heredero del trono austriaco Francisco ferdinando en
Sarajevo. La “mano negra” era una de las entidades de Giuseppe Mazzini,
jefe de la masonería Europea en el siglo XIX, había ayudado a fundar en
cada una de las naciones que conformaban el mapa Europeo de aquella
época. Pero la “Mano Negra” no era un ente autónomo, sino que dependía
de la inteligencia Serbia. Sin embargo, la misma era, a su vez, una
especie de satélite de la policía del zar Nicolás II, la Okhrana. Pero
lo que hay que tener muy en cuenta, es que los servicios secretos
británicos habían infiltrado a la Okhrana desde hacía tiempo. Este es un
claro ejemplo de que muchas veces los terroristas fanáticos son usados,
y quienes los usan pueden llegar a ser, a su vez, usados. Ahora bien, a
su vez, sus actos en última instancia dependen de intereses totalmente
contrarios a los que creen servir. Ocurre que Gran Bretaña venia
buscando la guerra con Alemania debido además de la causa antes
mencionada, a que el país germano venia industrializándose a un ritmo
muy superior al que se expandía la economía inglesa. Esa tasa de
expansión podía seguir en el futuro siendo muy superior por los
excelentes lazos del káiser Guillermo II con el Imperio Otomano. Más
aun, Alemania planeaba construir el ferrocarril Berlín-Bagdad, lo que le
garantizaría el abastecimiento del petróleo sin problemas, combustible
que ya en aquella época se entreveía como remplazo del carbón. Alemania
tenía relaciones amistosas con Austria, Hungría y Bulgaria, lo que le
garantizaba el fácil acceso al petróleo de los otomanos, que ocupaban el
territorio de la actuales rabia Saudita, Irak y Kuwait, se trataba de
un estado de cosas inaceptables para Inglaterra, que no tenía otro
acceso al petróleo que las importaciones desde los Estado Unidos y
México. Y para peo los Estado Unidos comenzaban a rivalizar con su ex
corona.
Los ingleses necesitaban una guerra por
motivos de corto plazo contra los alemanes, y la pudieron propiciar
merced a eses atentado terrorista de una sociedad secreta. Obviamente
los terroristas en el fondo estaban sirviendo intereses muy diferentes
de los que creían cuando asesinaron al heredero austriaco. Pero el real
enemigo de los ingleses era el imperio Ruso del Zar Nicolas II, de
orden nacionalista, que impedía una radicación monopólica de las
petroleras y demás empresas extranjeras, sobre todo las inglesas y
norteamericanas. La “sabiduría inglesa” hizo dividir entonces a sus
enemigos en dos bandos que lucharon entre sí, aliando ellos mismos con
el más peligroso de largo plazo (el zarismo ruso), pero socavándolo
internamente durante todo el conflicto de la Primera Guerra Mundial,
haciéndolo así caer antes de su final. Como bien lo dice el adagio
popular, los ingleses y norteamericanos “mataron dos pájaros de un
tiro”, en esa contienda bélica.
Idéntica estrategia es la que habían
aplicado los ingleses un siglo antes. Su enemigo de corto plazo era
Napoleón. Para luchar contra él se alistaron en el mismo bando con
España, cuyo imperio era su real enemigo de largo plazo. Durante el
conflicto de la guerra napoleónica, los ingleses avanzaron secretamente
contra España haciendo declarar la “libertad” de diferentes “Provincias
Unidas” y comarcas americanas, debilitando a su enemigo de largo plazo,
pero socio en la guerra contra la Francia napoleónica. Tras la guerra
contra Napoleón, los ingleses legitimaron la situación contra España
promoviendo rápidas declaraciones de Independencia en toda Sudamérica.
Es muy extraño, o quizá no lo es para nada, que ni la historia oficial,
ni la “Revisionista progresista” vean este típico doble juego inglés:
enfrentar entre sí a dos de sus enemigos al mismo tiempo que se alían
con uno de ellos, el cual soporta el grueso del conflicto, pero en unos
pocos años queda debilitado al máximo, y cae con un soplido, después de
que el primer enemigo, el frontal, ya está muerto y enterrado. Esto se
viene repitiendo, y la supuesta “pluralidad Heterogénea” de los
“Historiadores”, tanto de derecha como de izquierda, mira, con pocas
excepciones, para otro lado.
Pero el terrorismo durante la Primera
Guerra mundial, no acaba allí, la posición estadounidense era de
absoluta neutralidad al comienzo de esa guerra, y el presidente Woodrow
Wilson había llegado en 1912 al poder gracias a que había prometido no
ingresar en la guerra que era evidente que en poco tiempo más iba a
producirse en Europa. La principal promesa de Wilson fue esa, y solo
durante un corto tiempo estuvo dispuesto a cumplirla, dado que su
especie de alter ego el coronel (o mejor dicho colonel) House estaba
negociando con Inglaterra en secreto el ingreso de los Estados Unidos a
favor del bando aliado.
El ingreso de los Estados Unidos fue
facilitado por el hecho de que al frente del almirantazgo británico fue
nombrado Winston Churchill y como secretario de marina norteamericano
estaba Franklin. Roosevelt. Ambos futuros líderes, y ambos prominentes
miembros de sociedades secretas, veían sin decirlo –igual que Wilson-
con beneplácito el ingreso de los norteamericanos en la guerra a favor
del bango inglés.
Lo que no tenían era un pretexto. No les
fue difícil crearlo. Ocurre una buen parte de la guerra se desarrollaba
en los mares donde el predominio
ingles era evidente: había dos buques ingleses por cada embarcación
Alemana. Ese predominio ingles había llevado a una especie de “bloqueo
naval” a Alemania. O sea, a Alemania le costaba aprovisionarse no solo
de material bélico, sino también de víveres para su población, porque la
marina dirigida por Churchill bloqueaba sus puertos. Ello llevo a una
guerra marina sin cuartel en la que Alemania amenazo con destruir a
cualquier buque que llevara la bandera inglesa en el mástil, por
considerarlo enemigo. Era un problema solo relativo para la armada
inglesa, dado que a finales de 1914 el espionaje ingles había
descifrado el código secreto naval alemán, con lo que sabía con
bastante exactitud la ubicación de sus embarcaciones y submarinos. Fue
precisamente entre 1914 y 1915 que la relación entre Roosevelt y
Churchill se estrechó al punto de que la armada norteamericana le cedió a
la inglesa el buque Lusitania, apto tanto para el transporte de
pasajeros como para el de carga. La marina alemana se enteró del hecho, y
dado que se trataba del trasatlántico más importante de la época, se
encargó de sacar avisos en 50 diarios norteamericanos advirtiendo a la
población acerca de los altos riesgos de cruzar el Atlántico en el
Lusitania debido al estado de guerra total en los mares entre Inglaterra
y Alemania. Aun así, en 1915 el navío partió hacia las costas
Británicas, donde estaba planeado que un destructor inglés, el Juno, lo
escoltara a la costa. A raíz de directas instrucciones de lord Winston
Churchill el Lusitania fue dejado sin escolta alguna, y tampoco fue
avisado de la cercanía de tres embarcaciones de guerra alemanas, de las
cuales la marina inglesa conocía que estaban en las inmediaciones. De
esta manera, el Lusitania fui impactado por un misil alemán, tras lo
cual se hundió rápidamente al explotar la carda de explosivos que
llevaba en sus bodegas para proveer a las tropas inglesas.

El hecho, vastamente publicitado en
Norteamérica como un frio acto terrorista ejecutado contra una nación
neutral como los Estados Unidos, sin embargo no fue suficiente para dar
un vuelco en la antibelicista población norteamericana. A raíz el
presidente Wilson debió continuar demagógicamente con su discurso
contra la entrada del país en la guerra durante todo 1916, año en que
fue reelegido. Solo a comienzos de 1917 una vez< pasadas las
elecciones, uso convenientemente el hundimiento del Lusitania, junto a
otros acontecimientos, para justificar su ingreso del lado inglés.
Wilson tenía más motivos para ello, sobre todo, su deseo desmedido de
generar una especie de “gobierno mundial” llevado a cabo a través de la
Sociedad de las Naciones (o liga de la naciones), en la que basaba una
buena parte de sus formidables ambiciones personales, que muchos
adjudican a desvaríos. Sin embargo, el Senado norteamericano no
ratifico el ingreso del país a esa especie de gobierno mundial, con lo
que todos los esfuerzos de Wilson fueron en vano. Es curioso, pero si el
presidente norteamericano hubiera sabido que su proyecto megalomaníaco
iba a ser boicoteado por el propio Senado, con apoyo de las masas que
no querían Gobierno Mundial alguno, es probable que no hubiera
maniobrado en secreto como lo hizo y que los Estados Unidos no hubieran
ingresado en la guerra, dado que si no se hubiera fabricado esa “trapa
terrorista” habría sido mucho más difícil el ingreso a la guerra al
contar con menos justificativos. En buena medida el país ingreso en
aquella guerra porque la Elite supo explotar los desmedidos deseos,
muchas veces también de grandeza de Wilson, quien era utilizados por
funcionarios de menor jerarquía formal, muchas veces también miembros de
sociedades secretas como Roosevelt que tenía otras motivaciones.
En el hundimiento del Lusitania murieron
más de 1200 personas, casi todas ellas civiles. Veamos ya que desde
comienzos del siglo XX el gobierno norteamericano estaba dispuesto a
dejar morir miles de sus propios ciudadanos a fin de justificar
objetivos claramente políticos como el ingreso a una guerra sin motivo.
Prácticamente lo mismo ocurrió en lo que fue su entrada en la Segunda
Guerra Mundial. Curiosamente, los mismos personajes, Roosevelt y
Churchill, ocuparían a finales de la década de 1930 y principios de la
del 40 los máximos puestos del Gobierno en sus respectivas Naciones.

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