Tiziano Vecellio o Vecelli
Posted on | sábado, 31 de diciembre de 2011 | No Comments
Autorretrato
Tiziano Vecellio o Vecelli, conocido tradicionalmente en español como Tiziano o Ticiano (Pieve di Cadore, Belluno, 1477 – Venecia, 27 de agosto de 1576), fue un pintor italiano del Renacimiento, uno de los mayores exponentes de la Escuela veneciana.
Reconocido por sus contemporáneos como “el sol entre las estrellas”, Tiziano es uno de los más versátiles pintores italianos, igualmente capacitado para ejecutar retratos, paisajes (dos de los temas que le lanzaron a la fama), escenas mitológicas o cuadros de temática religiosa.
Si hubiese fallecido a los cuarenta años, seguiría considerándosele el
artista más influyente de su época. Sin embargo, tuvo una larga y
dilatada carrera, y su obra atravesó muchas y diferentes etapas, en las
que su estilo cambió tan drásticamente que algunos críticos tienen
problemas para creer que los cuadros de su primera etapa y los de las
posteriores hayan salido de la misma mano.
En cualquier caso, el conjunto de su obra se caracteriza por el uso del color,
vívido y luminoso, con una pincelada suelta y una delicadeza en las
modulaciones cromáticas sin precedentes en la Historia del Arte
occidental.
Primeros años (hasta 1516)
Si el lugar de nacimiento de Tiziano se
conoce con certeza, la fecha es una incógnita. Existen tres hipótesis
basadas en los documentos de la época. Según su partida de defunción,
que se guarda en la iglesia veneciana de San Canciano, el artista murió a
la “edad de ciento tres años”, por lo que el nacimiento se fecharía en 1473. Por otro lado, en la correspondencia de Tiziano a Felipe II de 1571, el pintor se presenta como “este servidor suyo de noventa y cinco años de edad”, deduciremos por tanto que nació en 1476. Sus contemporáneos Ludovico Dolce3 y Giorgio Vasari estiman que la fecha estaría comprendida entre 1488 y 1490.
Ante estas diferencias, la crítica internacional se encuentra dividida.
Los historiadores Harold Wethey y Sydney Freedberg creen más fiable el
nacimiento entre 1488 y 1490. El Centro de Estudios de Tiziano y otros autores determinan que debió producirse entre 1480 y 1485,
desechando otras fechas por la precocidad demasiado sospechosa a juicio
de algunas obras iniciales. Esta última opinión es la que está más
consolidada. Puede que la razón de la fecha errónea en la carta al rey
español se debiera a que el artista pretendía presentarse como un
venerable anciano para recabar la compasión del monarca.
Tiziano procedía de una familia con elevado status
en Cadore: era el cuarto hijo de Gregorio Vecelli, un distinguido
concejal y militar, y de su esposa Lucia. No existían antecedentes
familiares en el campo del arte. Sin embargo, a la edad de 10 años,
Tiziano y su hermano mayor, Francesco, acudieron a Venecia para ingresar como aprendices en el taller de Sebastiano Zuccato, un famoso mosaiquista. Debido a su incipiente talento, en el transcurso de tres o cuatro años, entró en el estudio del venerable pintor Giovanni Bellini,
que en ese momento era el artista más reconocido de la ciudad. Allí se
encontró con un grupo de jóvenes que conformarían la primera generación
de pintores de la Escuela veneciana: Giovanni Palma da Serinalta, Lorenzo Lotto, Sebastiano Luciani, y Giorgio da Castelfranco, conocido como Giorgione. Su hermano Francesco también gozó de cierta relevancia en Venecia como pintor.
El fresco sobre Hércules en el palacio Morosini se considera como una de sus primeras creaciones. Otras obras tempranas son la Virgen con el Niño del palacio de Belvedere en Viena y la Visitación de María a Isabel (del convento de San Andrés), expuesta hoy en la Galería de la Academia de Venecia.
Tiziano y Giorgione, en esta época, estuvieron asociados, de ahí la
dificultad de distinguir sus primeras obras. La primera obra conocida de
Tiziano, el pequeño Ecce Homo de la Escuela de San Roque, fue
durante mucho tiempo atribuido a Giorgione. La misma confusión de
identificación se produce con más de algunas de sus Sacra conversazione.
Estos dos maestros fueron los líderes de la nueva escuela de “arte
moderna” de pintura, que adquirió modos de ejecución más flexibles,
libres de la simetría y el hieratismo que aún podemos observar en la
obra de Giovanni Bellini.
De 1507 a 1508, se le encargó a Giorgione la remodelación de la Fondaco dei Tedeschi, lonja de los poderosos comerciantes alemanes en la ciudad adriática. Tiziano y Morto da Feltre
colaboraron con él en la realización de los frescos, conservándose aún
algunos de los fragmentos de Tiziano. Esta obra se conoce con exactitud
debido a los grabados de Domenico Fontana, ya que no se preservan íntegramente los frescos.
Cuando en 1510 la epidemia de peste se extendió por Venecia y acabó con la vida de su compañero Giorgione, Tiziano marchó a Padua, donde demostró su talento para la técnica del fresco en sus trabajos en esta ciudad en 1511, tanto en la iglesia de los carmelitas como en la Escuela de San Antonio. Algunos de estos trabajos aún se conservan. Destacan El abrazo en la puerta dorada y tres escenas de la vida de San Antonio de Padua: El milagro del recién nacido, El milagro del marido celoso y El milagro del hijo irascible.
En 1512,
Tiziano volvió de Padua a Venecia, donde comenzó a establecer una red
de relaciones que lo llevaría a la cúspide del grupo veneciano de
artistas. Pronto obtuvo trabajo de la Fondaco dei Tedeschi, consiguió de esta La Sanseria o Senseria
(un privilegio muy codiciado por los artistas emergentes), y llegó a
ser superintendente de las obras gubernamentales, cargo de pintor
oficial de la República de Venecia,
que le reportaría suficiente remuneración y otros privilegios añadidos.
Tiziano lo ostentaría ininterrumpidamente durante sesenta años, hasta
su muerte. Fue especialmente emotivo el encargo de completar la
decoración, inacabada por Bellini, de la Sala del Gran Consejo del Palacio Ducal (destruida por un incendio en 1577) en la que representaría la batalla de Spoleto. Abrió su propio taller, cerca del Gran Canal en San Samuele, en una ubicación desconocida actualmente. En 1513, el cardenal Pietro Bembo le trasladó la invitación del papa León X para instalarse en Roma
y aunque la oferta era tentadora prefirió quedarse en Venecia, donde la
competencia artística era menos intensa que en la sede papal. No fue,
sin embargo, hasta la muerte en 1516
de su maestro, Giovanni Bellini, cuando su prestigio empezó a crecer.
En esta época, recibió un encargo muy exclusivo que le reportaría una
notable anualidad de veinte coronas y la exención de ciertas tasas. Se
trataba de una serie de retratos de los sucesivos duxes de Venecia, siendo remunerado cada uno con ocho coronas. Tiziano realizó sólo cinco de esta serie.

Consolidación (1530 – 1550)
Durante este periodo (1530-1550), tal y como se podría suponer a la vista del Martirio de San Pedro de Verona, Tiziano se dedicó a cultivar un estilo cada vez más dramático. En este momento, pintó La batalla de Cadore,
una escena histórica, la más característica de las obras ticianescas
perdidas o mutiladas. El artista se esforzó por plasmar magistralmente
el movimiento del tumulto, en su representación más violenta del
heroísmo. Rivaliza el lienzo con otras pinturas bélicas como La batalla de Anghiari de Leonardo da Vinci o La batalla de Puente Milvio de Giulio Romano. La batalla de Cadore se destruyó en 1577 en el incendio del Palacio Ducal, junto con la mayoría de las pinturas antiguas que lo decoraban. Sólo existen una mala e incompleta copia en la Galería Uffizi y un mediocre grabado de Fontana. De igual manera, la Alocución del marqués del Vasto (Museo del Prado, 1541) también fue parcialmente afectada por el incendio del Alcázar madrileño en 1734.
La pintura religiosa más representativa de este periodo es la Presentación de María en el Templo (Galería de la Academia, 1534-39), uno de sus lienzos más populares o el Ecce Homo (Kunsthistorisches Museum de Viena, 1541), de singular patetismo y realismo proto-barroco. La Escuela de Bolonia y Rubens
tomaron prestado, en muchas ocasiones, del espíritu de esta obra, la
magistral puesta en escena. El notable efecto conmovedor de los
caballos, soldados, sacerdotes y multitud en general a los pies de la
escalera, alumbrados todos por antorchas y con las ondas de las
banderolas en el cielo, ha sido utilizado con frecuencia en época
posterior.
Menos éxito tuvieron los frescos de la cúpula de Santa Maria della Salute (Muerte de Abel, Sacrificio de Abraham y David y Goliat). Estas tres escenas violentas del Antiguo Testamento
fueron pintadas con extremo realismo, el cual se acentuaba debido a su
visión en perspectiva del observador (como en las escenas de la Capilla Sixtina).
Los frescos, que se consideraron poco apropiados en su momento, fueron
sin embargo muy admirados e imitados con posterioridad. Rubens, entre
otros, aplicó el mismo sistema en los cuarenta paneles del techo (de los
que sólo quedan los bocetos) de la iglesia jesuita de Amberes.
Las buenas relaciones que mantuvo con la
corte de Mantua le van a proporcionar contactos que supondrían su
consagración como retratista. En 1530, pudo pintar a Carlos I de España, que se había desplazado a Bolonia con motivo de su coronación imperial como Carlos V. El emperador le pagó sólo un ducado
por el retrato, al que añadió ciento cincuenta más de su bolsa el
propio duque Federico II Gonzaga, quien poco después le concedería el beneficio de Médole a su hijo Pomponio, que se había decidido por la carrera eclesiástica. Su amigo, el tratadista Sebastiano Serlio, le puso en contacto con una nueva corte: Urbino, cuyo duque, Francesco Maria della Rovere, le encargó un retrato vestido con la rica armadura de condottiero.
La maestría de Tiziano para el retrato le otorgó una amplia fama
durante toda su vida. Pintó fielmente a príncipes, duques, cardenales,
monjes, artistas y escritores. “[...] ningún otro pintor tuvo tanto
talento para extraer de cada fisonomía rasgos a la vez característicos y
bellos”. El reflejo de la psicología de los retratados, la claridad de
los rasgos y la instantaneidad de las figuras elevan a Tiziano a la
altura de los mejores retratistas de la Historia, como Rembrandt o Velázquez.
También realizó para Guidobaldo della Rovere, el hijo del duque, la famosa Venus de Urbino (Galería Uffizi), en 1538. El tema de la diosa Venus es recurrente en el maestro véneto y tras realizar esta obra, debido a su viaje a Roma, aumentó su interés por la diosa romana: Venus y Adonis (Museo del Prado), Venus recreándose en la música (dos versiones, en Madrid y en Berlín), Venus del espejo (Galería Nacional de Arte de Washington).
Pintó por segunda vez al emperador Carlos en 1533
en Bolonia, recibiendo esta vez un pago auténticamente regio e
iniciando una de las relaciones más sólidas entre un artista y un
comitente, que duraría más de un cuarto de siglo. El rey nombró a
Tiziano “pintor primero” de la corona de España, “conde del Palacio
Lateranense, del Consejo Áulico
y del Consistorio”, al tiempo que fue designado caballero de la Espuela
de Oro, con espada, cadena y espuela de oro. Sus hijos, asimismo,
fueron elevados a la dignidad de Nobles del Imperio. En 1548 se requirió su presencia en la Dieta Imperial celebrada en Augsburgo, donde pintó el innovador retrato ecuestre del emperador en la batalla de Mühlberg,
todo un símbolo del poder imperial. Su estancia en la ciudad alemana le
brindó la oportunidad de conocer a la nobleza local, al duque de Alba, al ilustre prisionero Juan Federico I de Sajonia y a la reina María de Hungría. Ésta le encargó la serie de los cuatro “condenados” o las “furias” para la decoración de su estudio, que consta de Los suplicios de Prometeo y Tántalo, perdidos ambos, y los de Sísifo y Ticio, conservados en el Prado.
Fue éste el momento de mayor prestigio social y prosperidad económica. En 1540 recibió una pensión anual de 200 coronas de Alfonso de Ávalos, marqués del Vasto y gobernador del Milanesado, que posteriormente sería doblada por el emperador a cargo del tesoro de Milán. Otra fuente de ingresos fue el contrato obtenido en 1542 para abastecer de grano a Cadore, sitio que visitó casi cada año y donde tenía mucha influencia por ser su pueblo natal.
Tiziano tenía una villa favorita en la vecina colina de Manza (cerca de Castello Roganzuolo),
desde la cual (debe deducirse por su similitud) el maestro debió
realizar sus comentarios sobre paisajismo, sus formas y efectos. La
presunta casa de Tiziano, constantemente discernible en sus estudios,
está en Collontala, cerca de Belluno.
Desde octubre de 1545 hasta 1548, en que fue llamado a Aubsburgo, Tiziano se instaló en Roma bajo el mecenazgo del papa Pablo III, a quien retrató en varias ocasiones. Precisamente para su familia, los Farnesio, realizó varias obras: Magdalena penitente, Ecce homo y la primera versión de Danae, que se conserva en el Museo de Capodimonte. La ciudad de Roma le concedió en 1546 la ciudadanía, prestigioso reconocimiento en el que su inmediato predecesor había sido Miguel Ángel. Tras su regreso de Alemania, realizó una breve parada en Florencia, donde el estilo de Tiziano fue rechazado por el duque Cosme I de Médicis, que prefería el dibujo de Bronzino y el academicismo de Vasari. En 1550, volvió a ser llamado por el emperador para pintar un retrato del príncipe Felipe, que fue enviado como presente a Inglaterra para pedir la mano de la reina María I.
Obra
La carrera artística de Tiziano fue muy
dilatada, con una producción grandiosa, la mayoría por encargo. En este
pintor se puede comprobar perfectamente el cambio de status producido
durante el Renacimiento,
pasando de ser artesanos a convertirse artistas, reconocidos
socialmente. La temática tizianesca es también amplia, retrató a la
clase dirigente de su época, recibió encargos de comunidades religiosas y
de la nobleza, pintó paisajes, reflejó el clasicismo renacentista y
anticipó algunas cualidades del Barroco. En general, podemos dividir su
producción pictórica en tres grandes temas: la pintura religiosa, las escenas mitológicas y los retratos.
Estas categorías no son compartimentos estancos, debido a que se vieron
entrelazadas en muchas ocasiones, como los casos de los retratos de
personajes reconocibles dentro de escenas mitológicas o religiosas.
Pintura religiosa
Su conjunto de pintura de temática religiosa sería suficiente por sí misma para extender la fama de buen pintor. La Asunción
de los Frari, por ejemplo, terminada sobre los treinta años del autor,
supone una auténtica obra maestra en la que aporta la novedad de unir
sus tres diferentes planos compositivos mediante una luz muy viva, con
la que además dota de mayor dramatismo a la escena. En el Políptico Averoldi
(Iglesia de los Santos Nazario y Celso de Brescia) resolvió un espacio
estrecho colocando grandes figuras, sin dar sensación de ahogo. Su
Cristo se inspira en el Laocoonte y San Sebastián en un “esclavo” de Miguel Ángel,
es decir, en figuras muy clásicas, a las que añade un original efecto
nocturno roto por las primeras claridades del amanecer, con lo que
consigue de nuevo unir dos planos: la tierra y el cielo, ambientados por
una atmósfera de misterio muy apropiada.
Composiciones suyas como la Anunciación, la Dolorosa o la María Magdalena de las que hace varias versiones, pasaron enseguida al repertorio de otros pintores y fueron constantemente copiadas.
Los donantes de las obras religiosas ya
no se conformaban en ese momento histórico con hacerse presentes en los
cuadros, sino que quieren aumentar su importancia dentro de las escenas y
con Tiziano lo lograron. Los miembros de la familia Pesaro, en su
retablo de los Frari, están pintados de mismo tamaño y con el mismo
esmero que las figuras sagradas. En el Retrato votivo de la familia Vendramin
(National Gallery de Londres) ya protagonizan por completo el tema, en
el que lo único sagrado se reduce a la imagen de la Santa Cruz. En La Gloria (Museo del Prado) encargada por Carlos V en 1551 y que le acompañó en su retiro en Yuste se reconocen a varios familiares del emperador e incluso el propio Tiziano ocupando un lugar elevado junto a la Santísima Trinidad. En esta obra, Tiziano, situada ya a mediados del siglo XVI, en realidad se acerca muchísimo a ciertas notas al arte barroco, por la representación de los personajes en arriesgados escorzos, el movimiento, la luminosidad celestial y el claroscuro, el celaje abierto al fondo, el realismo y el fuerte sentido religioso muy de acuerdo con el espíritu de la Contrarreforma (el Concilio de Trento se alargó desde 1542 a 1564), y que será condición sine qua non durante el Barroco.
Mención aparte merece la pintura religiosa que trató al final de su vida, todos relacionados con el tema de la Pasión de Cristo.
No sólo se puede observar la evolución técnica de los mismos temas
sacros pintados en su juventud y su vejez, sino sobre todo la búsqueda
de profundidad en la visión religiosa. Las escenas se vuelven más
descarnadas y se van desnudando de lo accesorio para quedarse con la
esencia. En el primer Santo Entierro de 1528 (Museo del Louvre) su personajes aún depuran una cierta dulzura influencia de Rafael mientras en el Santo Entierro de 1566
(Museo del Prado), la esquina del sepulcro nos introduce violentamente
en la escena, agitada por el cuerpo ladeado de Cristo y por los
movimientos trágicos de los protagonistas. En esta el paisaje ha
desaparecido y los colores se han vuelto más agrios.

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